domingo, 31 de octubre de 2010

Día de muertos

Hay algunos post que se están convirtiendo en una tradición en este blog, uno de ellos es este del día de difuntos.

Mientras nos va dando, poco a poco, por americanizarnos y celebrar Hallowen, mientras los fantasmas sevillanos de Don Juan Tenorio son, en estas fechas, relegados a un segundo plano por los zombies made in USA, la vida, o mejor dicho la muerte sigue su cauce tranquilo en cementerios de todo el mundo. Los vivos hacemos obras para no dejar que los muertos lo sean, y esas obras hechas para la muerte, pasan, al fin y al cabo, a formar parte de la vida.

Disfrutad las fotos

Los rascacielos de la Castellana desde el cementerio de La Almudena, Madrid


Cementerio municipal en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia


Cementerio de Santo Domingo, República Dominicana


Cementerio en San Juan del Sur, Nicaragua


Cementerio de La Recoleta. Buenos Aires, Argentina


Tienda de ataudes en Hanoi, Vietnam


Skogskyrkogarden, Esocolmo, Suecia (Patrimonio de la humanidad)


Nieve en La Almudena, Madrid


Cementerio en San Juan del Sur, Nicaragua


Tienda de Lápidas en Santa Cruz de la Sierra Bolivia


Cripta en una Iglesia de Esocolmo, Suecia


Nieve en la zona de niños en La Almudena, Madrid


Cartel en el cementerio de la Cuchilla, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia

Si quieres ver las fotos curiosas de cementerios colgadas en años anteriores pincha en 2009 y 2008

lunes, 18 de octubre de 2010

"Atrapados en la supeficie"

Estos días hemos asistido a un espectáculo mediático impresionante con respecto al rescate de los 33 mineros chilenos. Todo el mundo ha estado pendiente de los medios de comunicación, y se han batido records de audiencia en la historia de la televisión según algunas fuentes (elmundo.es).

Los derechos para los libros y las películas ya se están gestionando, y las televisiones están, como locas,firmando contratos con los protagonistas. Leo hoy que, en España, Antena 3 se trae esta semana a algunos de los mineros al plató.

Por supuesto, mis compañeros de profesión ya se han lanzado a escribir artículos sobre el trabajo en equipo, la orientación al logro, o el liderazgo, (ya sabéis la habilidad que tenemos los consultores para enlazar temas y venderlos) y pronto incluiran la historia de los mineros en sus conferencias. Y supongo que dentro de unos meses alguno de los propios mineros empezará a dar conferencias en empresas de todo el mundo, como hacen desde hace años sus compatriotas, los de “Viven”. (Siempre he dicho que para ser un conferenciante de lujo me hace falta una desgracia. Hay uno por ahí haciéndose de oro contando su infarto…)

Que conste que no me parece mal, de hecho, me parece bien, muy bien, y admiro el esfuerzo por rescatar 33 vidas humanas. Lo que no entiendo es por qué el ser humano (léase todos nosotros) da tanto valor a unas vidas y tan poco a otras. No acabo de entender porque no se dedican los mismos recursos y los mismos esfuerzos para rescatar las vidas humanas atrapadas en la mina del hambre o de la guerra. No entiendo porque 33 vidas son record de audiencia, y, sin embargo, los medios no nos apedrean los oídos y la vista a diario con las 25.000 personas que mueren cada día en el mundo como consecuencia del hambre y la pobreza, según la FAO (Sí, 25.000, no se me ha escapado ningún cero).

Que conste que no pretendo hacer una crítica demagógica, que sé que lo parece. Pretendo hacer una reflexión de cómo convertimos en noticia algunas cosas mientras otras nos pasan inadvertidas, aún siendo en su contenido mucho más graves y dolorosas.

Seis millones de niños menores de 5 años mueren al año, miles de personas dedican a ellos sus vidas y logran salvar más de 33, pero estos no pasaran de ser protagonistas de algunos documentales de la 2 en horario de madrugada. ¿Por qué? Es curioso el ser humano….

Ayer se celebraba una misa en el "campamento esperanza", lo que iba a ser una fiesta se convirtió en una protesta (no solo se abuchea en España). El motivo, las quejas de los compañeros de los mineros que se quejaban de sus condiciones de trabajo, "No somos 33, somos 300" "Estamos atrapados en la superficie" gritaban en sus pancartas.

"Cuantos miles de 33 nos quedán, aún por rescatar"...diría yo...


miércoles, 13 de octubre de 2010

Viajar me da vida

Hace un par de años soñé que podría empezar a dar conferencias fuera de España, y como todos los sueños que uno persigue, poco a poco se ha ido cumpliendo. Unir mi fuente de ingresos a mi afición de viajar me ha dado mucha vida en este último año, que no ha sido demasiado facil. Cuanto más viajo, más me gusta viajar y más me doy cuenta de lo necesario que es salir de nuestra zona de confort para ser consciente de la riqueza del ser humano.

Hace unas semanas tuve la oportunidad de impartir unas conferencias en la convención de la empresa “El Catador” en Bavaro, en República Dominicana.

Impartir conferencias en República Dominicana es una verdadera gozada para los que nos dedicamos a este oficio, el entusiasmo de la gente, la implicación en el discurso y el feedback continuo hacen que el ponente sienta verdadera vida en todo lo que transmite. Confieso que cuando salí al escenario, con el público bailando a ritmo de merengue pensé “y ahora a ver como siento yo a estos durante dos horas” pero una vez más los dominicanos (con su gran sentido del humor) me supieron demostrar que la diversión y la profesionalidad no están reñidas.

En los teambuilding una vez más los dominicanos me dieron una lección de ingenio, creatividad y adaptación a los recursos, que deberíamos aprender los que decimos que estamos en crisis.

Esa es una de las cosas que también he aprendido en este año y medio que llevo viajando por Latinoamérica, la relatividad de la crisis. Ya me lo dijo Nicolás Castellanos, premio Príncipe de Asturias de la Concordia y fundador de Hombres Nuevos, con quien pasé unos días en Bolivia, “Los españoles no hacéis más que hablar de la crisis, pero vivís muy bien”, y en realidad cuando uno ve realidades mucho más duras que la española (que no lo es, a pesar de todo), no puedo por menos que aceptar ese relativismo.

Viajar me hace relativizar, me hace conocer, me hace vivir. El otro día leía en un blog de RRHH hablando de los viajes: “¿Tanto nos aburre esta “sociedad del bienestar” que necesitamos un chute de adrenalina e ir “donde está la acción”? ¿Qué necesitamos buscar fuera que no encontramos dentro?” La verdad es que me extrañó leerlo, y me pareció una vuelta al conservadurismo vital del que queremos salir mucho de los profesionales que trabajamos con personas.

Viajar da vida, enriquece, emociona, si no fuese, eso sí, por los aeropuertos. Mi amiga la elfa ha publicado un post dedicado a los más ridículos momentos vividos en aeropuertos, y es que, dentro de poco, tendremos que pasar en bolas por el escáner, como Enrique Iglesias.

Mi último momento ridículo lo viví, precisamente después de este viaje.

Aeropuerto de Santo Domingo, cansado y con pocas ganas de volver, antes de pasar el escáner apuro una botella de agua que llevo en la mochila y la tiro a una papelera. Paso el escáner con el portátil dentro de la mochila (de forma consciente, pues normalmente sólo me hacen enseñarlo en España). Al pasar por el escáner....bingo, me tocó!!


- "¿De quién está mochila?" -Pregunta una dominicana zumbona-. Me apartan.

-"¿Lleva usted una botella de agua, señor?" Dado mi despiste habitual le digo que creo que la he tirado, pero que igual se me ha ido la pinza y la he vuelto a guardar. Coge la mochila, yo la abro y empiezo a vaciarla, me la quita de la mano

- “Yo la vacío y usted me vigila" -me dice al quitarme la mano- (ignoro si es este el protocolo habitual, pero acepto pulpo) entonces, ante mi sorpresa, saca los libros que llevo en la mochila (varios de literatura dominicana que me he comprado el último día), los hojea minuciosamente, uno a uno, con cuidado (supongo que buscando la botella de agua) y al comprobar que allí no está el agua, me dice:

- "Muchas gracias Señor, puede seguir"....

¿Qué buscaba? ¿Qué había visto en el escáner? ¿Por qué perdió el interés por la botella de agua? Ni idea. Reconozco que estas cosas me rompen, me descolocan, me abruman….

Menos mal que alguien, otra dominicana, me devolvió la sonrisa cuando sentado en la puerta de embarque se acerca a mí y me pregunta:

-"¿Es usted el Sr. Dosabrazos? Yo estuve hace un año en su conferencia. ¡Enhorabuena!"

Y es que viajar siempre hace sonreir...