Hay gente grande, muy grande. Y su grandeza consiste en tener detalles (a veces sencillos) que consiguen hacer felices a otros y hacerles cumplir sueños.
Los que seguís el blog con regularidad sabéis lo importante que era para mi y para mi familia ver cumplido el sueño de la “operación placa” (Sueños cumplidos y Sueños cumplidos II). Ver la placa conmemorativa del bautismo de mi padre en la iglesia de San Ginés ha sido una de las mayores satisfacciones del año (¿o de mi vida?). Fue un sueño maravilloso, aunque breve, como una estrella fugaz, brilló mucho, aunque poco tiempo. Ya sabéis que la placa fue retirada por el sacristán a las pocas horas de ponerla.
Pues mientras eso pasaba, alguien (grande, muy grande) quiso que mi sueño no fuese tan fugaz, pero sí más discreto, y se puso manos a la obra (nunca mejor dicho), para conseguir que, en algún rincón de San Ginés, el nombre del ilustre madrileño que nunca fue famoso, estuviese grabado, como el de Quevedo o el de Lope de Vega, para la posteridad.
Y es que Pepe no publicó libros (aunque alguno escribió), no vendió cuadros, (aunque pintó varios), no fue protagonista de ninguna película (aunque hizo de extra en Los últimos de Filipinas), no hizo nada que le hiciese famoso, pero fue ilustre, muy ilustre, y madrileño, muy madrileño, y se merecía tener su reconocimiento grabado para siempre, en el corazón del Madrid que le vio nacer.
Ya os dije en "Sueños cumplidos" que Madrid es mágico, y que en esta ciudad, como en esta vida, basta perseguir un sueño para que se cumpla… Un día soñé con una placa que todos pudiésemos ver para recordar a Pepe y la tuvimos, (por unas horas, pero la tuvimos); luego, puestos a soñar, soñé con que el nombre de mi padre no desapareciese nunca de esa Iglesia que tantos recuerdos le evocaba, nos evocaba… Y aunque parezca increíble, ese sueño se ha cumplido también. Hoy, en algún lugar de la Iglesia de San Gines, a pocos metros de la casa que le vio nacer hay una plaquita, pequeña, sencilla, como él lo fue, que recuerda que allí fue bautizado, en 1926, alguien ilustre, muy ilustre y buena gente, muy buena gente. Si algún día pasáis por allí, pensad que entre esos muros está el nombre y el recuerdo de Don José Hernández Palomo, de Pepe.
Gracias Esther y Arturo, sois grandes muy grandes, y sabéis que nunca olvidaré esto, de corazón. (¡Y el viernes pienso beberme con vosotros hasta el agua de los floreros!)
miércoles, 28 de octubre de 2009
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8 comentarios:
Probablemnete tu padre no sabrá si estar más orgulloso de su placa o de ti por los amigos (grandes, muy grandes) que tienes.
Sigue cuidando así a tus amigos, porque lo merecen.
Enhorabuena por cumplir este sueño!
a k ver, k cojones!!!!
ole carlos vaya amigos más grandes
cada vez que paso por delante de la iglesia me acuerdo de ti y de pepe.
mcuhos besos carlos.
fdo. de martos
Pequeños actos con mucho alcance, grande, muy grande!!!!!
Sancho
Abrazos
Me has hecho llorar Carlitos. Que grande esta historia
Enhorabuena!! Y enhorabuena también por seguir creyendo en los sueños!
Guauuuuuuuu eso si que es GRANDE.. GRANDE...
Las cosas pequeñitas son las realmente importantes...
Caramba vaya amigos GRANDES.. GRANDES que tienes...
Me alegro un Montón...
Un beso y un saludito... Tu eres GRANDE... GRANDE!!
IMPRESIONANTE!! Enhorabuena Carlos, por hacer este sueño realidad...Genial!! Hay gente buena, muy buena, que merecen que personas maravillosas que andan por este mundo les ayuden a cumplir sueños.
Enhorabuena otra vez vecino, por tenerlos a tu alrededor.
La vecina
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