Hace un año leía en la prensa una frase de mi amigo Nicolás Castellanos, premio Principe de Asturias de la Concordia, y Fundador de la ONG Hombres nuevos (del que he hablado a veces en este blog). La frase en cuestión, convertida en titular de la noticia decía así: "Aquí todo el mundo habla de crisis, pero vive estupendamente". Este pensamiento, que en un principio, y depende de la sitiuación de cada uno puede parecer hasta ofensivo, lo entendí perfectamente cuando visité el proyecto de Hombres Nuevos en Bolivia.
Estos días me encuentro en Alemania, en Baviera, dando rienda suelta a una de mis "frikadas" y visitando mercadillos de navidad. La temperaturas están entre los 4 y los 10 grados bajo cero (bajo hielo, como dice Sophie), sin embargo está todo el mundo en la calle, y no solo desplazándose de un lado a otro, está todo el mundo en la calle como fin, no como medio, charlando bebiendo y comiendo. En definitiva el frío es relativo.
Las crisis no dejan de ser una actitud, o mejor dicho, nuestra actitud ante las crisis (personales, emocionales, económicas) puede ser parte de la misma crisis o parte de la solución. Me encanta escuchar a Pilar Jericó cuando cuenta como se puede atravesar el/los desiertos con éxito. De forma más sencilla me lo decía un participante de un curso en León: “como dicen en mi pueblo, nunca ha llovío que no haya escampío”
Hoy buscando noticias para alimentar el blog me encuentro con datos como: “el 45% de las empresas, afirma que las nuevas políticas han generado sobrecarga de trabajo para los empleados; un 33% sostiene que han tenido un impacto negativo en la capacidad de los empleados para gestionar sus niveles de estrés, un 33% asegura que estas iniciativas han menguado el compromiso de los empleados, o tres de cada cuatro pymes deja de innovar para reducir gastos” y entiendo que con datos así (esos números tienen nobre y apellidos) es difícil autogestionar una actitud positiva, pero sigo pensando que todo, como el frío alemán, es relativo, y que se puede ver la botella prácticamente vacía, o ver en ella un culín (como dicen en Asturias) y bebérselo a la salud de la vida.
Lo que sí que está claro es que nadie, absolutamente nadie nos va a sacar de una situación difícil, o salimos nosotros o seguirá lloviendo.
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