Después del día que pasé ayer tengo tanto que escribir y que contar, que no sabría por dónde empezar… Algunos ya lo habéis visto en facebook, donde tengo las fotos, pero para los que no sepáis nada, os resumo mi jornada. Como sabéis me encontraba por Alemania, de puente, y presumiendo de que no me había pillado la huelga salvaje de los controladores, pues bien, por bocazas, Dios se ha vengado, y en alianza con lo ineptos del personal de tierra de Lufthansa, decidió amargarme el regreso sin el mínimo apice de misericordia. Dios se encargó de enviarme una tormenta de nieve, y los de Lufthansa y Spanair hicieron el resto. El resultado, 5 horas en un avión, sin despegar, después 7 horas en un aeropuerto sin recibir información, (dos de ellas en una cola ante un mostrador que cerró de repente), durmiendo en el suelo para no perder turno, y para finalizar, una carrera de sprint de 200 metros digna de unas olimpiadas, para, por fin, subir de nuevo a un avión y llegar felizmente a mi destino. (¡En mi destino yo!, la maleta ha decidido alargar el puente, hasta fecha indefinida, lo que está a punto de provocarme una crisis de calzoncillos limpios)
Podría contaros todo con más detalle, pero creo que con esto es suficiente, y además, hoy tengo el peligro de encabronarme demasiado si recuerdo el cien por cien de la historia, para poder narrárosla. Lo que sí que voy a hacer, es, contaros cuales fueron las mejores frases la jornadas, esas que son dignas de repetición, y que demuestran lo imprevisible y absurdo que puede llegar a ser el ser humano.
La primeras frases ingeniosas se producen dentro del avión cuando el comandante, en un derroche de capacidad de observación nos comunica: "Señoras y señores, como podrán comprobar a través de sus ventanas hay una tormenta de nieve, vamos, que está nevando a lo bestia...." Y ahí dejó los datos de su observación, para que nosotros interpretasemos el resto. Más tarde, pasadas tres horas de fuerte nevada, y varias previsiones negativas, decide tranquilizarnos compartiendo el siguiente pensamiento: “Parece ser que hay una de las pistas que no está mal del todo y podemos intentar despegar allí”, una gran frase que generó un estallido de confianza entre todos los pasajeros. (Gracias a Dios no lo intentó). Otro estupendo comentario celebrado por todo el pasaje, se repitió en boca de comandante y azafatas: “nos tienen que hacer el icing, y eso lleva su tiempo” (El icing resulta que no era un tratamiento facial, sino algo así como regar a presión el avión con anticongelante).
Ya dentro del aeropuerto hubo también alguna sentencia digna de mención, la primera, gloriosa, impresionante, pronunciada ante más de mil personas que esperaban. Muertos de hambre y de sueño una enorme cola fue “nosotros nos vamos, se acabó nuestro horario”, pronunciada a las 12 de la noche por el personal de Lufthansa antes de abandonar los puestos de trabajo y dejar a más de mil personas en el aeropuerto, sin darnos de cenar, de dormir, y lo que es peor, sin darnos nada de información. El jefe de esta cuadrilla, tuvo otra gran frase, breve, pero intensa, esta frase fue “si” así de sencilla, y respondía a la pregunta de una pasajera que decía ¿Me está diciendo usted que llevo más de dos horas en la cola para nada?
Entre tanta gente siempre surgen heroes, y noy heroe que se precie que no tenga su máxima, un español que estaba cerca nuestro, ante el comentario de un compañero que quería buscar un sitio más cómodo para descansar afirmó, "es mejor que estemos aquí y juntos, si esta noche hay una desbandada prefiero que nos pille juntos” Ignoro a qué tipo de desbandada se podía referir.
Otra de las más gloriosas se produjo hoy por la mañana, un chaqueta roja, nos obligó a levantarnos del suelo y hacer cola, una mujer le preguntó sobre el objetivo de la misma a lo que él dijo que no tenía ni idea, la mujer entonces le dijo: “y si no sabe para qué es ¿porque nos hace hacer una cola?” y él, en un momento de gloria con el que podrá pasar a la historia de la gestión aeropuertaria sentenció: “Para que se levanten, ustedes no tienen derecho a dormir aquí, que esto no es un hotel”.
Pero después de todo, la mejor sin duda escuchada ya en el avión de vuelta, al final de estas 15 horas infernales la escuché en labios de la sobrecargo: “Muchas gracias por volar con Lufthansa, esperamos verles pronto por aquí” (Sin comentarios)
3 comentarios:
Si al final lo mejor es estar cerca de tu cama, tu nevera y tu ordenador, jajajaja.
Carlos.. contado así...aunque estés cabreado.... lo siento... pero me has hecho reir...
juass..
Besos y seguro que ya has descansado
Me ha pasado como a Merche, que me has hecho reír. Creí que iba a tardar más en reír al recordar esta historia, porque sigo cabreada y sin maleta, pero es que tu sentido del humor puede con todo!! Gracias.
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