Seguridad navideña

Normalmente estos días de Navidad no vienen demasiado cargados de noticias para comentar, pero hoy dando una vuelta a los periódicos, (digitales, todo hay que decirlo) me encuentro con alguna noticia digna de reseñar, aunque, como sabéis, mi calendario de adviento acabó el 24 y ya no tengo obligación de escribir todos los días.

De todo lo leído destaco una noticia, que, en realidad, son dos, pero se resumen en una, “Estamos en peligro”, sí estamos en peligro, y os voy a explicar porqué.

A pesar de que cada día es más denigrante pasar los controles de los aeropuertos, a pesar de que ponemos nuestra dignidad al servicio de la seguridad internacional y del nuevo orden mundial, a los yanquis les siguen colando las bombas en los aviones… Menos mal, que el artefacto falló, porque, si no, hoy nos encontraríamos ante otra catástrofe humana, y, posiblemente, con el premio Nobel de la paz declarándole la guerra a Nigeria, que ya sabemos que en EEUU los atentados se solucionan así. Lo peor, sin embargo no les espera a los terroristas, sino a los que, de vez en cuando, nos tenemos que mover de un sitio a otro en avión, pues EEUU ya ha incrementado la seguridad en sus vuelos, y la UE, también, al menos en los vuelos con destino a los Estados Unidos. Miedo me da pensar que me van a hacer quitar el próximo día que pise Barajas. (Si me dejan llegar los afectados de Air Comet, que están de sentadas, y con razón), supongo que acabaremos pasando los controles de los aeropuertos totalmente en pelotas, cosa, que he de reconocer, tendría su gracia.

“Estamos en peligro”, a los americanos les cuelan las bombas en los aviones, y a uno de los hombres con mejor servicio de seguridad del mundo le dan abrazos que matan. Ya dije yo en este blog que adelantar la misa del gallo no era buena idea, que las prisas no son buenas para nada. Y es que hay amores que matan. El caso es que una papagirl (¿os acordáis de los papaboys de Juan Pablo II?) se ha saltado el cordón de seguridad del Papa, le ha ido a abrazar, éste acojonado, ha querido hacer la cobra, se ha pisado la sotana y ha provocado que la procesión de la misa del gallo de la Basílica de San Pedro, se convirtiese en un efecto dominó, con obispos y cardenales cayendo unos encima de otros. La broma ha acabado con un cardenal con el fémur roto, y con bastantes más cardenales entre los obispos de los que había al empezar la procesión (esto último ha de leerse como un juego de palabras tremendamente ingenioso)

Así que lo que digo, que tantas medidas de seguridad en un sitio y en otro, ¿para qué? En el fondo no sé si vivimos en un mundo más seguro como decía Bush o en un mundo con menos libertades, donde el que quiere provocar inseguridad lo hace, casi, como le da la gana. Supongo, que, como siempre, al final es un tema de marketing.